Christopher Paolini es un joven educado en casa, pero con la suficiente ilusión y conocimientos para escribir su conocida novela “Eragon”. El homeschooling, o escuela en casa, es una alternativa al sistema educativo tradicional que cada vez cuenta con más adeptos en Estados Unidos, Canadá o Australia. Pero estos no son los únicos países que se unen a este movimiento, España les sigue en la cola.
Respaldado por padres que no confían en los sistemas educativos imperantes de la sociedad, buscan el derecho de educar a sus hijos en el hogar. Sin presiones de competitividad, sin forzarles a estar 6 horas seguidas sentados en una silla, dejando al hijo un espacio para su creatividad, y sobre todo para que desarrollen sus posibilidades poco a poco como personas.
En EEUU el número de alumnos homeschoolers se ha multiplicado por 5 desde la década de los noventa. Aunque no hay estadísticas al respecto, se calcula que en España ya son más de doscientas familias las que educan a sus hijos en el hogar. Xavier Alá, padre de tres niños y profesor de un instituto en Cataluña, decidió hace tiempo iniciar este camino de la escuela en casa. Evidentemente, utilizan todos los recursos necesarios para formar correctamente a sus hijos, desde bibliotecas, museos, exposiciones, viajes, conciertos, etc. Porque no es sólo enseñar, sino descubrir.
Todo ello nos lleva ha hacernos una pregunta: ¿por qué prefieren este tipo de educación tan sacrificada? La respuesta es sencilla para los padres que prefieren este sistema. El primer porqué va encaminado a la religión, que sigue siendo la motivación más frecuente de esta opción pedagógica. El resto de motivos se centran básicamente en: la creencia de que la mejor educación es la más individualizada; el propósito de estrechar lazos familiares; el intento de atenuar la influencia negativa como el acoso escolar; la inquietud de inseguridad y dudas acerca de la calidad académica que desemboca en el ascenso del fracaso escolar.
Respecto a la falta de socialización en este tipo de jóvenes, los argumentos quedan frenados con nuevas hallazgos sorprendentes. Los niños educados en casa, muestran una mayor socialización que los de la escuela tradicional. No sólo saben tratar con niños de su edad sino que son capaces de socializarse de manera más madura y oportuna con personas de más y menos edad. Tienden más a involucrarse en actividades extracurriculares, como deportes, grupos juveniles, clubes de todo tipo, así como en el trabajo voluntario y remunerado. La escuela en casa facilita mayor atención a los alumnos, y como las dudas y problemas se resuelven de inmediato, no generan fracasos ni se acepta un "no lo entendí" o "no pregunté por vergüenza". Por este motivo, y junto con la socialización más rica y general que el sistema abastece, hay un mayor deseo de aprender y un gusto por el conocimiento. En general, el alumno de la escuela en casa comienza a presionar su currículo conforme le surgen nuevos intereses e inquietudes, que exigen ajustes del programa de aprendizaje o de las actividades complementarias.
Como en todo tema de interés social, la educación fuera de las aulas busca su parte de legalidad. El homeschooling ocupa un gran vacío legal, pero no porque lo prohíba, sino porque la Constitución española no lo contempla.
lunes, 19 de mayo de 2008
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